lunes, 13 de abril de 2009

Vacia la cartera de la dama y el bolsillo del caballero

Uno se identifica con un colectivo hasta que ya conoce los horarios, los choferes, qué asientos están rotos y si mantiene costumbres horarias, se va identificando gente y vendedores ambulantes que siempre están.

El tiempo hizo que reemplace el colectivo por el auto y un amigo de lo ajeno hizo que reemplace el auto por el subte, el taxi y otra vez el colectivo.

Ya no viajo tanto en colectivo, pero mis ultimas incursiones me permitieron percatarme de la atrocidad, del horror, de lo que nunca pensé que pasaría:

Desaparecieron los vendedores ambulantes de colectivo.


Como se puede viajar en ese medio de locomoción betusto, sin la grata compañía de un viejo medio sordo que mientras nos grita el nombre de su producto, busca grasa de la puerta y se la refriega por la camisa para demostrar el "poder limpiador" de su producto en evidente frasco genérico???

Dónde se compran las biromes ahora??? No sabría dónde comprar un resaltador amarillo o una pilot de esas de punta finita, que cagan fuego a los 5 días.

Siempre soñé que de grande me iba a llenar el bolsillo de esas lapiceras que permiten escribir para arriba "como los astronautas".
Junté peso sobre peso para poder comprarlas y sigo subiéndome a los colectivos a ver si aparece él, que garabateaba un anotador que pide a gritos ser reemplazado, con una birome de milagros mentirosos y promesas de antigravedad.


Quién se comió a los vendedores ambulantes del colectivo?
Se los llevó todos Arnet para vender el "Pack Arnet"? No, esos son de tren.


Estoy desesperado, la próxima vez que me suba al bondi y después de 30 minutos no pase nada, agarro lo primero que tenga a mano y lo oferto al grito de "Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero; para regalar y para regalarse".


Pero la pucha...

3 comentarios:

Pablo dijo...

Hace tiempo que no vivo en Argentina, no te puedo creer que no existan más!!!
No sé porqué pero siempre tuve el sueño secreto de ser vendedor de colectivos aunque sea por un día y decir todas esas frases cliché: el mismo de la tele! si chicos! y tantas otras...
Como olvidar esas noches de vuelta de la facultad durmiendo en el bondi y despertarme al sonido de alguna cumbia del hijo de puta que vendía cds grabados y los ponía en una mini radio a pilas.

Que tiempos aquellos.

Rondita dijo...

El otro día tuve que ir a hacer trámites al centro, desde mi oscuro lugar de trabajo sito actualmente en el barrio de barracas. A las pocas cuadras de subir al 100, subió un hombre, camisa manga corta, jean gastado, que saludo al chofer e inmediatamente comenzó con el discurso vendedor. Vendía unas calculadoras sientíficas con alrma y no se qué a 10 pesos, el producto no me interesaba, pero casi se la compro por el solo hecho de hacerme cagar de risas todo el viaje, no podia dejar de recordar la propaganda de arnet. Cuando volví a la oficina, a las pocas cuadras, el mismo vendedor, con el mismo producto que estaba en promoción por ser el último en el viaje anterior (y lo peor es que lo vendió). Debe ser el último vendedor ambulante de colectivos del planeta, así que a organizar tour de alemanes y japones para que le saquen fotos agarrados del pasamanos del 100.
Un abrazo

Estrella dijo...

Yo de vez en cuando me cruzo a alguno en el 62. Nunca faltan las famosas frases "Como no, caballero, ya estoy con usted".
En el Sarmiento me cruzo todos los días con decenas de ellos, pero esto es ún capítulo aparte (de hecho el Sarmiento es UN LIBRO aparte)