miércoles, 7 de abril de 2010

Entrevistas de trabajo: el secreto del éxito

Una entrevista de trabajo debe estar dentro del top 10 de momentos más incómodos y difíciles de atravesar para un ser humano, una lista que sin dudas incluye primeras citas, comer un BigMac mientras se maneja y aguantarse las ganas de ir al baño durante una reunión importante en una casa desconocida.

Mucho se ha dicho seguramente sobre cómo debe enfrentar este desafío el aspirante a ocupar el puesto que la empresa ofrece pero nadie (hasta ahora) analizó profundamente cuál es el rol que juega el entrevistador, responsable de RRHH y/o boludín con ínfulas de Donald Trump sentado del otro lado con nuestro Currículum en la mano.

Si Ud. es de los que están del otro del mostrador cuando los seres humanos mortales vamos a una entrevista de trabajo, sepa que vamos a estar preparados para evaluar si comete alguno de los siguientes errores:


1) No llamar al postulante por su nombre. Confundir Leonel con Leonardo, Marina con Marisa o Analía con Amalia no es un detalle menor. No voy a entrar en la absurda defensa del tipo "es el nombre que mis padres eligieron", pero si no podés retener una puta palabra de menos de 10 letras que tenés escrita en la parte superior de mi CV, dudo que puedas hacer un análisis de mis capacidades y que te acuerdes qué te contesto ante la idiota pregunta de "con quién vivís?".

2) Preguntar idioteces como "con quién vivís?". Si viviera en un conventillo con 40 gitanos o en el fondito de un lindo cabarulo, te lo diría? No, claro que no, inventaría una historia preciosa, con 2 hermanos (uno mayor y otro menor que yo), papá, mamá y perro. Vamos a lo concreto: preguntame si sé o no sé lo necesario y si le pegaría un sopapo a un empleado en caso de merecerlo. Ni me lo preguntes de hecho, la respuesta es Sí.

3) Dejar plantado al entrevistado. No me importa si es vía Skype (esto de la globalización me está empezando a romper las pelotas), si me hacés ir a Zárate o si la reunión se celebra a 5 pasos de donde yo estoy: si yo llegara tarde seguramente un informe diría "no cumple con sus compromisos en tiempo y forma" pero si vos me plantás se resuelve con un "lo reagendamos"?. Reagendalo para cuando te reinjerten la cara que seguro en estos momentos se te tiene que estar cayendo de vergüenza.

4) Dar consejos al entrevistado. Habrá postulantes más despiertos, menos locuaces, más verborrágicos, menos extrovertidos que otros pero no son más que eso: postulantes. No son pacientes que solicitaron un turno con la Dra. Concepción d'Tumadr, (apodada "Conchita"). Si no van, no van pero no les des consejos para la vida. No solo no te los pidieron, sino que tampoco estás a la altura: vamos, estudiaste RRHH o, en el mejor de los casos, psicología... eso dice mucho de vos.

5) Poner cara de sorpresa cuando el entrevistado contesta una pregunta sobre la remuneración pretendida. Si Ud. pregunta cuánto quiere ganar la otra persona, la persona seguramente conteste eso. Si acaso el postulante contesta "me gustaría ganar lo suficiente para comprarme un yate, llenarlo de putas, alcohol y reviente y dar la vuelta al mundo 2 veces por año", se entendería la cara de sorpresa. Sobre todo porque eso seguramente implique muchas más vacaciones que las que el contrato estipula. Si el futuro empleado espera ganar 10 lucas para hacer hamburguesas, anota delirante en su planilla y listo. Pero nada de poner caritas, eh.


Por sobre todo, no nos olvidemos que del otro lado hay una persona.

No, no, de este lado digo.
Del otro lado no hay una persona, hay un pelotudo de RRHH que te hace preguntas como si supiera de tu trabajo y evalúa tu nivel de inglés preguntándote sobre las vacaciones.

"I went to kill kids and old ladies in Iraq and it's was amazing !"

6 comentarios:

Roger Borratint dijo...

Lo que decís es la demostración de que la relación de dependencia apesta fétidamente desde su mismísima génesis.

Luis dijo...

Algo quise escribir algún día sobre la cuota diaria de sumisión a la que estamos expuestos diariamente para conseguir nuestros objetivos. Si, el mundo esta lleno de pelotudos y yo necesito a algunos de ellos para que hagan lo que yo quiero.
Ríndete a la sumisión, que al final es para ti....yo también soy parte de este mundo.


...

Tu también eres parte de este mundo

Rindete, sométete....

jaja :)

LeO dijo...

Roger, si acaso fuera simpática y amable la entrevista, el trabajo sería menos mierda? No sé, eh.


Luchin, jodido saber estas reflexiones de parte de alguien que fue mi jefe. Muy polémico!

Roger Borratint dijo...

Creo que si la entrevista es buena, el trabajo es peor. Porque el peor trabajo en el fondo es el que te gusta. El peligro de comer mierda es que te termine gustando.

Pero bueno, no lo planteo como "VERDAD ABSOLUTA, DEMOSTRADA E INDISCUTIBLE", como muchas veces hago con otras cosas que sí lo son. Esto es una opinión mía. A mí no me gusta trabajar para alguien que me paga un sueldo haga lo que haga. Me hace sentir estúpido, dominado, carente de todo poder de decisión real y sobretodo me provoca mucha, pero mucha frustración. Sin importar el cargo, el sueldo ni la cantidad de gente a cargo que puedas tener.

Es como el famoso dicho "La cola del león o la cabeza del ratón". Yo soy coladelratonista.

Rondita dijo...

Es como todo, las entrevistas las aprendes a dominar con el tiempo. En mi basta trayectoria de más de 50 entrevistas antes de coseguir mi primer laburo (no estoy exagerando con la cifra) me tuve que enfrentar a un sin fin de preguntas rebuscadas y de doble sentido que solo las entienden ellos, pero a la larga le terminas tomando el gusto y te divierten este tipo de cosas. Ahora soy un entrevistado que juega en primera A.

Un abrazo

PD: nunca te quedes callado más de 5 segundo ante alguna pregunta, inventá, fabula, mentí, pero respondé algo, ese tiempo de insertidumbre es fatal para el resto de la entrevista, te deja a merced del entrevistador.

LeO dijo...

Rogelio, yo pensaba que trabajar para alguien que me pague por hacer cualquier cosa era "de capo". Hoy por hoy, en una fuerte búsqueda por renovar mi "contrato psicológico", creo que es de mediocre.

Egu, yo sé que Ud. sabe bien de qué habla... En un caso como el suyo, creo que sería válido cambiar de método: por ejemplo, salir a almorzar con el candidato. En ese caso, Ud. podría acceder al puesto que se proponga.