jueves, 17 de enero de 2008

La dulce espera

Para un tipo con el nivel de nerviosisimo que contengo, las colas son lo peor que me puede pasar. No hay situación en la que no me afecten: para cenar, para el banco, para pagar en un local...todo. Desde las colas de parado y hasta las largas filas de autos para pagar el peaje.

No hay cola de la que haya participado en la que no me replantee permanentemente si vale la pena estar ahí, si no se puede dejar para mañana o qué pasaría sencillamente si no hago lo que tiene que hacerse después de la espera.
El sube-y-baja de las emociones no para entre los ratos en los que la cola no avanza y uno cree que seguro si estuviera en la punta haría todo más rápido y los momentos en los que engañosamente se acelera porque alguno no avanzó cuando era debido y de repente te suma unos cuantos metros de un tirón.

En un supermercado, soy capaz de dejar todos los productos al lado de la línea de cajas si llego ahí y hay 20 personas en todas (hasta en la de menos de 10 artículos) y en los locales de ropa si están todos los probadores ocupados me doy media vuelta y me voy.

Hoy al mediodía, caminando por el microcentro, vi gente ordenada y animadamente conversando mientras hacían la cola para comprarle unos sandwiches a un vendedor ambulante. Cola para comprarle a un vendedor ambulante !!!

Estamos todos locos.

1 comentario:

Rondita dijo...

Hay que aprender a vivir con las colas sacando el mejor probecho de esos minutos perdidos, si se va al banco hay que llevarse un libro, ese que siempre quisimos leer y no tuvimos tiempo, si estamos en el super aprovechamos para verificar que la fecha de vencimiento de los productos que nos llevamos no hayan expirado su fecha máxima, si estamos esperando el bondi empesar a caminar disfrutando del sol en el rostro, del ejercicio diario, de ver un poco de mujeres desfilando por la calle, etc.
No vayas contra la cola leo, mejor hacela.
Un abrazo