jueves, 3 de enero de 2008

Traductorado público en playa

En el verano, en la playa, todos estan/estamos más relajados.
Bueno, todos no porque el bañero y los que venden choclos no la pasan de 10, pero el común de la gente sí.
Entonces, eso lleva a que se produzcan conversaciones, reflexiones, silencios y miradas que no podrían encontrarse a las 3 de la tarde de un martes en Florida al 300.
Seguramente Ud. esté camino a la playa.

Si no es hoy, será la próxima quincena. O la otra. O la otra. Y si no es este año porque eligió las montañas, será el próximo año pero algún día Ud. irá a la playa.



Entonces, es importante que no le pierda pisada a la siguiente guía, que lo ayudará a manejarse con exactitud lingüística acorde al ritmo atlántico:

  • Si no estuviera en la costa, el comentario sería "Es increíble lo que la emisión de gases le hace a la atmósfera. Yo no puedo creer que sabiendo las consecuencias del calentamiento global y el efecto invernadero no se respete a raja tabla el tratao de Kioto". Pero en la inmediatez de los pies enmilanesados la frase se transforma en "Hoy es un día bien para insolarse...".

  • "Me llama la atención como el capitalismo logró meterse de lleno en estructuras que deberían no estar afectadas, demostrando una vez más que la economía terminando apoderándose de la política y no es esta última quien define el destino político de los países y las Naciones". En Las Toninas: "Cómo puede costar $5 un choclo??? Estamos todos locos!"

  • "En el mundo se deberían distribuir de mejor manera los recursos naturales porque no puede ser que haya gente en algún lugar que crezca con la percepción de que un plato de comida es un lujo que pocos pueden afrontar". Claro, que si Ud. se encuentra lagarteando en San Clemente el comentario baja drásticamente el nivel filosófico para convertirse en un "No te clavarías 2 churros bañados??? Ah..."


Si quiere adaptarse al ritmo reagge de la playa en el verano, solo tiene que pensar muy pocas veces lo que dice, hablar todo el tiempo posible de comida y ocupar su cabeza en preocupaciones del tipo "cómo me conviene agarrar el tejo?", "hace mal comer con la malla mojada?" o "llevo las paletas a la playa?".

Desde este blog le decimos: No, no lleve las paletas a la playa. Son una garcha.


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