Hay muchas cosas que tienen "corte automático", la mayoría en el ámbito sanitario.
Entre ellas podemos enumerar:
- Canilla de baño público.
- Toallas de papel.
- Papel higiénico.
- Duchas en hoteles españoles (por ecología...)
- Secador de manos.
Los papeles (higiénicos y toallas de mano) son siempre más chicos de lo que uno necesita. Pero ojo, no necesitamos exactamente el doble de lo que sale, la proporción vendría a ser 1 y medio, entonces con 1 pedazo de papel higiénico con corte automático, nos quedamos cortos (nos manchamos el pulgar y tal vez algún otro dedo); con 2 nos sentimos medio incómodos como quien se limpia con un diario La Nación. Lo peor de todo, tal vez sean los secadores. Estos bichos no siempre andan de la misma manera: los hay de botón, de sensor, de aplauso y qué sé yo cuántas maneras más de encenderse, pero todos tienen una constante: calientan poco y se apagan un poco antes de lo que uno necesitaría. Uno diría "pero prendelo de nuevo y dejate de joder...". La obvia respuesta desde este blog a aquellos que opinan así, tienen 2 explicaciones: a) los de atrás lo quieren usar y si le vuelvo a dar al botón alguno va a tocar bocina; b) no me puedo pasar 3 horas adentro de un baño hasta que me queden las manitas secas como culo de vieja... tengo cosas que hace. Por último, un aviso a la sociedad toda: los que viajen a España (al menos a Madrid y/o a Barcelona), vayan preparados para vivir unas de las experiencias más ridículas que el ser humano puede vivir en una ducha. Después de unos minutos la ducha corta sola. Sí, como escucharon, la ducha corta sola. Entonces, a mitad de jabón, shampoo, crema enjuague o jabón pasando por partes poco públicas, hay que sacar una mano de donde esté y darle a un botón. La temperatura del agua es imposible de regular y no se sorprendan si todos los que salen de bañarse, putean envueltos en una toalla.
Yo no sé a quién le dieron a calcular cuánto tiempo debería durar una canilla abierta, pero no conozco a nadie al que no se le cierre la canilla y las manos sigan todavía húmedas. En cualquier baño público, uno relojea al vecino de canilla y va a verlo pegarle a esa mierda de canilla más de una vez hasta que se le vaya todo el jabón de las manos. En el caso de que la canilla sea demasiado rápida, una mano va al botón, la otra aprovecha el chorrito de agua.
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