miércoles, 11 de noviembre de 2009

QUETREN, QUETREN... QUETREN, QUETREN

El paro de subtes me obligó a viajar en tren.
Podría haber viajado en colectivo, sí, pero prefería no pasar 6 horas diarias a bordo de un mismo colectivo hediondo.
Podría haber tirado una bomba de humo y no ir a trabajar en todo el día con alguna excusa incomprobable, sí, pero preferí resguardar lo poco que me queda de credibilidad para algún día que lo amerite más (un viernes o lunes preferiblemente).

Decidí entonces hacerle frente a mis prejuicios, caminar las 15 cuadras que separan mi domicilio particular de la estación y me comporté como una mezcla exacta entre un nene de 8 y un extranjero que no domina el idioma mientras mi novia se encargaba de sacar boletos, me indicaba dónde pararme para aparecer delante de una puerta y cómo conviene acomodarse dentro del vagón.

Nos bajamos después de 15 minutitos de viajar con aire acondicionado, poca gente en el tren, lindos paisajes durante el recorrido y mucha gente jugando al tenis al costado de las vías en sendos clubes.
Desde Retiro tuve que caminar otros 25 minutos y a pesar de que la osadía en total demandó un poco más de una hora cuyo 80% transcurrió caminando en traje, realmente la disfruté.


Yo creía que el tren era un medio de transportes descontrolado, donde sacar boletos era hacer colas de 40 personas para luego viajar apretado como sardinas con gente olorosa y de dudosa confiabilidad, mucho olor a meo en los vagones y estos últimos cayéndose a pedazos.

La vuelta, confirmó todos y cada uno de mis prejuicios.
Odio el tren. Me cagué de calor, tuve que aguantarme una baranda insoportable y me apoyaron desde Retiro hasta Núñez en más de una oportunidad. Pensé que no iba a poder bajarme de ese vagón endemoniado. En el Tren la gente no se habla, solo se mira y creen que con eso todos tenemos que entender si bajan o no, si se sientan o no, si fueron ellos los dueños de la baranda que no se aguanta.


No veo la hora de estar trabajando en Pilar a orillas de un verde jardín y con pajaritos canturreando durante el mediodía.

No, no, no tengo nada en vista ni ninguna oferta todavía, así que seguiré pasándola como el orto como hasta ahora.

4 comentarios:

eMe dijo...

Pero, pero, peroooo, no me diga que no disfrutó de ser apoyado por desconocidos???
Bienvenido al clú de los infelices apoyados compulsivamente :(

LeO dijo...

En Venezuela, con respecto al subte te advierten: te hacen un pibe y ni sabés quién es el padre.


Ayer sentí que escuchaba la voz de Chávez!!!

eMe dijo...

jajajajaaaaa me imagino!!! Ahora piense ud. lo que es que ESO sea casi cotidiano para nosotras... una vergüenza.

Lulú dijo...

Y eso que dentro de todo tomaste un tren súper top, con aire acondicionado. Te quiero ver en el Sarmiento de Moreno a Once o en el Roca de Ezeiza a Constitución... mamá!