jueves, 8 de octubre de 2009

Ornitología avanzada

En lo que a mirar mujeres se refiere, se complica mucho la cuestión cuando aparece una que a simple vista no queda claro si está buena, es pasable o es un bagre groso.

Porque si la mina está muy buena, de esas que se parten, que cuando las ves solo atinás a calcular cuánto tiempo te aguantan las patas para tenerla clavada contra una pared, merecen siempre una miradita.
Todos los días que uno se las cruce hay que pispearlas, sacarles una foto rapidita y listo.
La foto de hoy tal vez sea descartada, sobre todo si en el podio se almacena de ella alguna ocasión en bikini o un verano de livianas vestimentas.

Ojo, tampoco es cuestión de seguirlas como si uno fuera un helicóptero con un reflector, de esos que persiguen delicuentes en una persecución y ella fuera uno de esos delincuentes desaforados en un Ford Fairlane '78. Es una miradita, nada más.




Una mina muy muy fea, también merece diariamente una rápida inspección.
Es un placer casi masoquista, como olerse el sobaco antes de bañarse: No se puede sostener mucho tiempo, pero es inevitable hacerlo.
Es una miradita rápida. Es pispear qué se puso, cuánto se le notan los bigotes, si con ese pantalón el culo parece de 2 plazas o de 2 y 1/2 y listo.
A otra cosa.


El problema son las que están a mitad de camino.
El problema son las que un día decís "sí, le entro" y otro día decís "que hija de puta, me duele mirarla".
Porque con esas minas la mirada rápida no alcanza y es necesaria una inspección minuciosa, basada en una detallada revisión ocular del especímen en cuestión.

No se puede pelar una cámara de fotos y sacarle 40 para analizarlas con detenimiento, ni se la puede engañar para meterla en una Cámara de Gesell y observarla mientras se toman apuntes.
Hay que mirar, no hay otra.
Hay que ver si ese culo que hoy parece más o menos con forma es así por efecto del jean en particular, si es porque viene caminando rápido o porque nosotros estamos más calientes o "sensibles".

Epa, el pecho parece más tentador que otros días... será por un push-up, una de esas mierdas siliconadas que venden en Sprayette o es que en el verano el kilo de tetas es más barato y ésta se puso sin que yo me diera cuenta.

A veces es necesario un scaneo en tres dimensiones para calcular a ojo el tamaño de esa cintura que puede parecer de avispa desde un ángulo, de abeja desde otro y de oveja desde uno más cercano.

Lo mismo pasa con el vello facial que puede estar en exceso pero tenido para confundir, las cejas, la baranda en general. No es una cosa así de un minutito. Hace falta dedicarle tiempo.

El problema aquí, es que la sociedad suele ser bastante exigente y me animaría a decir que condenante, con este tipo de actitudes.
Porque si uno se pasa la mañana entera mirando de lejos a ese bagrecito, solo para darle la oportunidad de abandonar ese bote que puede resultar injusto y colocarla en el bando de minas más o menos pasables, será señalado por todos como si la hubiera embarazado de quintillizos y se hiciera el pelotudo.

A mí, esto de quedar como un pajero me parece por lo menos injusto.





No sé para que se inventó el televisor a colores con lo bien que se vive la vida en blanco y negro